El anuncio de su salida, realizado a las 5 de la mañana del domingo, revela su intención de sumarse a la campaña de Juan Carlos Upegui, su antiguo colaborador. Este gesto polémico se produce a escasas semanas de las elecciones, marcando un precedente poco común en la política colombiana.
El impacto de esta renuncia es palpable. Quintero continuará ejerciendo su influencia a través de su movimiento político hasta el fin de su mandato, lo que añade un elemento inusual a esta situación. Su gestión ha sido objeto de controversia y descontento ciudadano, reflejado en una baja aprobación del 30,2 % según la última encuesta de Invamer.
En este escenario político, Daniel Quintero se mueve estratégicamente en dos frentes. En el corto plazo, liderará la campaña de Juan Carlos Upegui, quien enfrenta un difícil reto para suceder a Quintero en la alcaldía ante la presencia de Federico Gutiérrez en la contienda electoral.
No obstante, las elecciones de octubre no son su único objetivo. Quintero busca posicionarse como posible sucesor del presidente Gustavo Petro a largo plazo, manteniendo una estrecha relación con él.
En su explicación sobre la renuncia, Quintero resalta la necesidad de defender su legado y proyectos que han impactado positivamente en la ciudad. Cuestiona encuestas y señala sus intenciones de proteger a Medellín de un cambio político que, desde su perspectiva, podría ponerla en peligro.
Con un llamado a la unión de candidatos y a la construcción de un gobierno amplio que integre diversas visiones, Quintero concluye su discurso marcando un hito en la política local que seguirá generando debate y análisis en los próximos días.
