Arezoo Badri, una mujer iraní de 31 años, ha quedado paralítica tras un tiroteo por parte de la policía de la moral en Irán.
El hecho, que ocurrió en la ciudad de Noor, en la provincia de Mazandarán, se ha convertido en un nuevo foco de controversia internacional sobre las políticas represivas en el país.
Badri, madre de dos hijos, fue atacada por las autoridades después de que su vehículo, que tenía un pedido de captura por infracciones relacionadas con el uso del velo obligatorio (hiyab), no se detuviera a una orden de la policía mientras conducía.
La policía abrió fuego inicialmente contra los neumáticos del coche y, al no detenerse, disparó directamente a Badri, hiriéndola gravemente.
El Centro para los Derechos Humanos en Irán (CHRI) y la cadena británica BBC han informado que, a pesar de que los médicos lograron extraer la bala después de unos 10 días, Badri sufrió daños severos en la médula espinal y en un pulmón, dejándola paralítica de cintura para abajo. La gravedad de su estado ha generado preocupaciones sobre si podrá recuperar la capacidad de caminar.
El caso ha conmocionado a la sociedad iraní y ha puesto nuevamente a la República Islámica bajo el escrutinio internacional, evocando las masivas protestas que surgieron tras la muerte de Mahsa Amini en 2022. Amini fue detenida por no usar correctamente el velo y falleció en circunstancias que aún generan controversia.
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